marzo 21, 2007

superastram reliquit

Está haciendo un frío de la tiznada en Barcelona. Más que cuando era invierno de verdad, éste parece una broma. Tengo puesta la calefacción, una camiseta, camisa, sudadera y aún así tengo los dedos helados.

Hace rato cuando salí del metro me llegó un olor fuertísimo a tamales de dulce. Un olor de verdad intenso, acompañado del calorcito del vapor en la cara cuando abren la tapa... tuve el reflejo, que duró un microsegundo, de buscar la bicicleta en alguna esquina, pero me cayó el veinte de inmediato. Luego una serie de razonamientos caracterísiticos de esta situación: quién está haciendo tamales, por aquí hay un restaurante mexicano, de dónde viene el olor, qué es lo más parecido a un tamal de dulce que me puedo comer en casa?

Afortunadamente, estos episodios son menos frecuentes cada vez. Ahora he aprendido a pensar también en lo que como aquí, pero me doy cuenta que se me antojan más los postres que la comida salada. En promedio.

Tal vez ese breve delirio y el dejà vu de ayer mientras leía la tesis de Arantza se deban al cúmulo de emociones de la semana pasada. Primero tres días de clases de flauta y luego tres más de seminario medieval, esta vez dedicado a Landini. En el seminario me la pasé de maravilla, aunque siempre es agotador, y aprendí cosas básicas importantísimas: se sabe menos de lo que yo creía (de la música en Florencia durante la época de Landini) y todo lo que no se sabe es una oportunidad para proponer (en palabras de mi profe); Landini es más interesante de lo que siempre pensé: tuvo una vida especial, marcada por su ceguera desde que era niño. Su papá era pintor, tenía un hermano mayor, Nucio, que era músico, y que fue el que le ayudó siempre como tiramantici (el que sopla el fuelle del órgano), trabajó los últimos 32 años de su vida en la misma iglesia, pues dice su contrato que atraía mucha gente por oirlo tocar, era enemigo de Petrarca, fue muy famoso en vida, etc.

Lo que pasa con la música de Landini es muy interesante: no obstante que su producción es más o menos como el 60% de toda la música del trecento, todo el mundo conoce una o dos rolas suyas nada más, la consabida 'Ecco la primavera' y 'Che cosa è quest´amor'. En general tenemos una idea de su música como aburrida, no tan interesante, de un estilo muy homogeneo. Y bueno, creo que hay algo de verdad en esto, pero también tiene cosas super interesantes, como su poesía. Casi todos los poemas de sus canciones son propios, y solo algunos de otros escritores, como Zachetti o Cavalcanti. Hace también muchas citas y parodia otros autores como Dante y el propio Petrarca.

Creo que de lo que más me gustó del seminario fue el análisis que hicimos de una de sus poesías con la teoría de Dante de la musica verbalis, que expone en su libro 'De vulgaris eloquentia'. Me impresionó la utilización de las consonantes por familia (líquidas, oclusivas, disturbadoras...) y de las vocales para crear un lenguaje dentro de texto, que por si solo ya expresa un mensaje, aun antes de ponerle la música.

Mañana tengo examen de acústica y taller de música contemporánea, o sea, nada que ver con Landini. Timi, mi compañera húngara, me estaba explicando uno de los temas que vienen en el examen, diciéndome que las frecuencias complementarias eran de tal manera, que las ondas sinusoidales no se qué, que la frecuencia de los armónicos no se qué más, así se la pasó hablando como 10 minutos, y luego termina diciéndome: -"y el ejemplo es que si pones dos altavoces oyes el doble de fuerte que si sólo tienes uno"-, jejejejejejejeje, me moría de risa. Así son nuestras asignaturas teóricas. Pero la semanita pinta muy bien, ensayos, mucho que leer, mucho que estudiar, la próxima semana le tengo que traer cuatro cosas al Pedro, por lo pronto ya tengo decididas Amarilli mia bella de van Eyck y una sonata de Fontana.