septiembre 24, 2008

los 40 principales

Extraño la mala música del bar donde trabajaba. Por más que me resistía esas melodías simples y repetitivas se me iban pegando a la memoria. Cuando era conciente luchaba por poner mi atención en otras cosas, evocar otras melodías, pero al final siempre ganaban los 40 principales. Y es que para eso están hechas, para que las repitas como robot aunque a veces no sepas lo que estás diciendo.

En las tres semanas pasadas me sorprendí, al menos en dos ocasiones, cantando una de esas canciones. Pero ya tomé medidas al respecto, medidas contundentes y no me ha vuelto a pasar. Dosis fuertes de jazz, cantantes negras, mucho subtilior, mis estampidas de siempre y algún que otro manjar exquisito del códice Chantilly, de esos que tenemos reservados para ocasiones muy contadas.

Fueron poco menos de 12 meses trabajando en ese lugar. Terminados abruptamente hace casi un mes. Vi pasar un montón de gente, desde compañeros y clientes asiduos hasta gente que nunca volveré a tener delante. Expliqué mil veces mi vida en 30 segundos, cuidándome de que no me vieran los feroces encargados, animales irracionales defendiendo como suyo un patrimonio ajeno. Me veo ahora recomendando los platos menos malos, diciendo que todo era congelado y pidiendo disculpas por la carne cruda o el plato que llegaba a la mesa una hora después de ser pedido. Tengo aun varios papelitos con teléfonos y mails de gente por todo el mundo. Eso era lo realmente bueno de este trabajo, el contacto con la gente. También aprendí a ser muy rápido y eficiente, y a discutir con las palabras precisas estando muy muy enojado. A reclamar.

Fueron meses duros de un ejercicio físico constante y de poner a prueba la disciplina y la tolerancia. Días muy duros algunos. Pero se acabó. Todo eso se ha terminado ahora y estoy seguro que para bien. Ahora si empieza una vida diferente, no nueva quizá pero mejor.