julio 03, 2010

cambio de domicilio

Estoy harto de no poder editar las imágenes como quiero. Me muevo a tonatiuh5.wordpress.com

marzo 30, 2010

los 10 niveles del infierno

no es Dante. Es la ternera salteada con champiñones que comí anoche en El Berro, en Casanova con Diputación, el corazón del gayxample.

En el sueño estábamos un grupo de personas en una especie de lugar, reunidos en una especie de reality donde se nos observaba para, según lo malo que fuera cada uno, repartirnos entre los diez niveles del infierno. Era como la antesala del averno, pues. Todo eran rumores, porque igual que pasa en cualquier dependencia oficial, nadie nos informaba de nada. Se rumoreaba acerca de los horrores de cada nivel, si en tal o cual piso estaban los que ardían eternamente, si más allá pasaba tal cosa, si el hecho de haber hecho tal o cual cosa en vida te hacía ir directamente a tal sitio... y el diablo estaba por ahí, rondando, como una persona más, cumpliendo su tarea de ver dentro de cada quien y saber realmente qué tan perversos éramos, a la vez que se dedicaba a malaconsejarnos, a ponernos en contra unos contra otros, a hablarnos mal del que teníamos al lado, a levantar sospechas, señalar falsas traiciones, contar chismes e incitarnos a toda clase de acciones bajas que nos hicieran flaquear, demostrar lo peor que llevábamos dentro. Era todo como un big brother, lo cual me parecía bastante justo, pues dotaba a todo el sistema, al diablo y al infierno, y por lo tanto también al paraíso y a dios, de cierta cercanía, cierta humanidad, era como decir que no siempre se sabe si una persona es mala o buena, era como la última ocasión para demostrar de lo que realmente estábamos hechos, aunque todos los que estábamos allí íbamos inequivocamente al infierno.

Definitivamente fue la cena lo que desencadenó el sueño, pero seguro que Los Girasoles Ciegos, que estoy leyendo, influyó mucho. Ahí, aunque no se habla ni del cielo ni del infierno, la muerte es una idea presente, una certeza, a veces incluso una escapatoria a la vida, a la derrota. Hay pasajes realmente tristes, desoladores, que no recomiendo salvo que se esté muy fuerte, muy dispuesto a llorar.

Pues este post está totalmente fuera de toda planeación, tengo todavía muchas cosas que contar pero no quiero que sea aquí mismo. Sólo quería escribir todo esto para dejar claro que aquéllo era el sueño y esto la vigilia.

marzo 09, 2010

Barcelona polar



Barcelona me dio hoy una de las mejores sorpresas que podía darme.

Una mañana bastante normal, un poco más fría de la cuenta, pero es que llevamos un par de días fríos a pesar de que estoy seguro que de aquí a una semanita o así vendrá el calor y se quedará.

Sin levantarnos de la cama, Tobías y yo estuvimos un buen rato viendo el capítulo 6 del Catálogo Audiovisual del Bulli, el cual se merece un post aparte y más, pues ha sido un regalo maravilloso de Elisa que ha contribuido enormemente a mi obsesión con el restaurante. Estuvimos así hasta que vino Edwin a decirme: "ya viste wey? está nevando!" Me levanté sin muchos ánimos, pues casi es primavera, estamos ya en marzo y rápidamente concluí que era imposible que con este poco frío remanente pudiera nevar. En todo caso podría ser "aguanieve", como le llaman aquí a esa cosa intermedia entre lluvia y nieve. Cuando vi que los vidrios de la sala estaban totalmente empañados supe que fuera hacía mucho más frío del que pensaba y luego simplemente fue dejarme llevar por la euforia del niño que ha visto nevar contadas veces...

Cancelé una reunión con Ànnia, decidí que no iría a clase de Anàlisi II y que probablemente tampoco vería a Sergi, mi alumno particular de los lunes. Llamé a México, a mi hermana y mi madre, para contarles que estaba nevando muchísimo, como no nevó durante los días más duros del invierno, mientras el paisaje de escasos metros entre mi edificio y el de enfrente me parecía más interesante que nunca. Esta nevada fue como un regalo de reyes, como un guiño de la vida, fue algo que deseaba tanto que, al ver que finalmente sucedía sentí una gran satisfacción. Sólo me hubiera gustado que no se hubiera hecho esperar tanto, pues me hubiera encantado que Ziki hubiera estado aquí para verla, en diciembre. Y también fue como decir: "ok, el 2009 ya se acabó..." si, en pleno mes de marzo.

Unos 30 segundos después de colgar, el teléfono sonó de nuevo: era Elisa preguntando si estaba viendo la nieve. Quedamos rápidamente en el Zurich y después de tomar unas cuantas fotos salí para allá, con paraguas, sueter y chamarra polar, aunque sin frío. En el camino me fui parando cada pocos metros, estupefacto, contento de ver que la gente no se quedaba indiferente y que no era el único sorprendido.

Cuando salí del metro Catalunya miré al cielo desde la escalera eléctrica y parecía el de otra ciudad, una ciudad nórdica, totalmente gris, el viento fuerte y frío, la gente vestida con abrigos polares, anoraks y ropa impermeable. La nieve era algo más intensa, los copos más grandes y el frío más evidente. Mientras esperaba en la entrada del Triangle el temporal se mantuvo así, más o menos igual. Decidimos ir a comer. Queríamos algo barato y medianamente aceptable. Como últimamente estoy muy exigente y nada se me antoja (en parte motivado por los videos del Bulli) dejé que Elisa decidiera sin objetar en lo mínimo.

Entramos en el Fresco. Todo estaba peor que de costumbre, no había pasas ni arroz integral ni mantequilla. La coca cola que me sirvieron estaba tibia y casi sin gas. Me di cuenta de que la crema de calabacín era sosa a más no poder cuando ya estábamos sentados y la tragué a grandes sorbos tratando de evocar en mi paladar el gusto a sal. Como ya me ha pasado lo mismo, ahora siempre le pongo sal a todo, incluso antes de probarlo, pero esta vez no le puse a la sopa. Pasé al intento de ensalada que como pude reuní en el plato de junto con un poco menos de insatisfacción. Eli me dio un bocado de pizza que según sus palabras estaba "menos mal que de costumbre"... jajajajajajaja! Me hizo gracia pues normalmente el sarcástico soy yo. Era de una mezcla extraña, con quesos y un poco de pesto, casi demasiado salada. Entonces me levanté a servirme algo de los platos calientes. Cuando iba llegando a la barra casi pude escuchar los pasitos múltiples de una pequeña cucaracha, muy café y brillante, que exploraba desde el principio de la barra hacia mi derecha, en dirección al plato del que esperaba después de mi. Casi se sube al plato. No quise montar un pollo (me encanta esta expresión) y como pude terminé de servirme dos pedazos. Regresé a la mesa y no sabía que hacer, a Elisa no le daba asco y siguió comiendo, casi mostró compasión hacia el insecto. Decía que para ella era normal que hubiera cucarachas en un restaurante, por las cañerías y la calle. Yo no sabía que hacer, no tenía ganas de pelearme, de verdad. Así que advertí al primero que pasó de la existencia del bicho, quien me dijo: "y por qué siempre me dicen a mi?". Luego le dije al cajero lo que había pasado y que no podía seguir comiendo. Al poco rato el encargado me devolvía los 17,40€ de los dos menús, mientras Ànnia me llamaba para decirme que no había clase de Análisis y Elisa se lamentaba, ya en la calle, de no haber podido comerse el trozo que más se le antojaba, por dejar lo mejor al último.

Cuando salimos del buffet la imagen de la ronda Universitat había empeorado mucho. Mientras regresábamos a la plaza Catalunya fuimos testigos de una señora nevada! Jajajaja, como me desagrada esta expresión. El caso es que nevó muchísimo, hacía mucho viento y mucho frío. La nieve empezó a cuajar y se fue acumulando en coches,
árboles y donde pudo. La gente estaba eufórica como nosotros. Lo de unas horas antes no tenía comparación, parecía como si estuviéramos en otra ciudad de pronto. La plaza era otra, los jardines blancos, la gente gritando y sacando fotos a lo loco. Nos metimos un rato a la Fnac para calentarnos y porque quería ver un libro que me voy a tener que comprar muy pronto, el de Comer para Pensar, con Ferran Adrià dibujado por Matt Groening en la portada.

Cuando regresamos a casa pudimos ver en las noticias que los autobuses y los trenes estaban paralizados, que la AP7 cerrada y con coches atascados en ambas direcciones, la frontera cerrada, las clases suspendidas y un montón de gente que no podía regresar a su casa. Por las mediciones meteorológicas decían que no nevaba así en 25 años. Para el álbum de fotos completo, click.

marzo 01, 2010

23,80€

Tengo tantas cosas que decir, tanto que contar... que no se por dónde empezar, no se si hacer un resumen de estos meses, si disculparme conmigo mismo por no escribir desde agosto del año pasado, no se si soltar todo de una vez o irlo dosificando, no se si debería tratar de encontrar una nueva manera de explicarme, tratar de reinventarme otra vez o, como creo que haré, simplemente ir contando poco a poco lo que me venga a la cabeza.

Ayer después de ir a cortarme el cabello en una peluquería que también se merece un post, muy cerca de casa, en la calle Borrell (se lo merece sobre todo por los dos que atienden, ya pondré fotos y toda la cosa), me sentía con los ánimos por las nubes no se muy bien por qué, cortarme el pelo es una de las pocas cosas que hago para verme mejor y quizás con esa inercia me planté en una frutería donde había mucha gente. De inmediato intuí que era algo más cara que otras que he visto, pero todo se veía bien y tenían papayas. Como Ànnia me lleva diciendo años que a ella comer fruta todos los días le da mucha energía y no se qué, pues me decidí a comer fruta todos los días de esta semana y hacer la prueba. No es que no me guste, pero aquí la fruta es cara y fea, no está tan buena como allá y tienes que andar con cuidado de que no te den cosas podridas o verdes. Así que me solté pidiendo todo lo que se me antojaba, pensando que era dinero que fácilmente pude haber gastado en el chino o en cualquier otro restaurante. Cuando casi tenía de todo lo que veía llegamos a la papaya. Es una de mis frutas favoritas, pero desde que vivo en Barcelona he tenido alguna experiencia desoladora, así que le pregunté a mi marchanta: "y si está buena?" Entonces la dueña, que no me atendía pero andaba por ahí controlando, me dijo como ofendida "claro que está buena, está buenísima". Le dije que le creía, pero que en este país las papayas son caras y feas, y le dije que era la verdad. Ella se sintió ofendidísima, como si hubiera cometido un sacrilegio, incluso su hijo se metió en la conversación, pero es que sinceramente por 3,75€ el kilo lo menos que podía hacer era preguntar. Decidí hacerle caso pues mi marchanta volvió a escena para resolver el nudo al decirme que si no estaba buena se la regresara mañana lunes.

Hoy desayunamos David, Rafa y yo papaya con limón en Ícaro, hacia las 11 de la mañana. La corté en cuadros grandes, más grandes que lo normal como unos 5mm para poder apreciar bien el sabor y la textura. Unas cuantas gotas del limón que también aparece en la foto. Estaba buenísima. Me acordé de la historia en la frutería y deseé que lo demás esté tan bueno. Compré unos 3kg de zanahorias para hacer jugo, media sandía, una penca de plátanos canarios, un kilo de manzanas, dos de naranjas y dos de mandarinas y un racimo de uvas. Total: 23,80, más de lo que me hubiera gastado yendo a comer en alguno de los menús que conozco, pero no me siento culpable. Hace un rato le contaba el asunto a mi madre y ella empezó: "pues yo compré chico zapote, piña, tres kilos de naranjas por 10 pesos..." y la tuve que parar. ¿Cuánta fruta se puede comprar en México por 450 pesos?

agosto 29, 2009

Flashback de las 4am


Cuando la escuché por primera vez no sabía que esa canción cambiaría mi vida radicalmente en un lapso de dos años. Pasaban de las cuatro de la mañana y yo deambulaba por internet, adormecido. Pero no era insomnio, eran ganas de no ir a dormir, ganas de alargar un poco más la noche.

Leía descuidadamente noticias, un par o tres de mis blogs favoritos y alguna tontería cuando empezó una más de las miles de canciones que he escuchado casi por error por formar parte de alguna lista de reproducción. Ni me percaté de su inicio. Seguía leyendo cuando esa sensación de ahogo empezó a reptar por mi cuerpo. Era una profunda nostalgia provocada por un par de notas y una armonía muy sencilla que me esclavizaron casi de inmediato.

Me quedé inmóvil. Cerré los ojos. Pensé en las cosas que nunca hice, la gente que no está, en los lugares a donde no he vuelto, las caras que no he visto desde hace años. De pronto me vinieron como estampida sensaciones pasadas, imágenes de la prepa, flashes de mis constantes viajes en metro, miradas que crucé con tantos desconocidos, calles que recorrí por única vez, y de pronto estaba inmerso en una etapa de mi vida de hace 10 años al menos.

Casi sin pensarlo empecé a teclear los nombres de mis compañeros, ¡pero qué poco recordaba! No fui capaz de escribir los dos apellidos de nadie, ni siquiera de mi mejor amigo. Pensé en aquélla muchacha de Biología con la que intercambié uno de mis primeros cuentos en tercero. ¿Cómo se llamaba? Una vez me encontré a su novio en una librería del centro, pero de él no recuerdo ni la cara. Luego, casi automáticamente, me vi tomando Viña Real en aquél tronco enorme, a unas calles de la escuela, con un grupo de amigos… Marcos y los demás… sólo recuerdo las caras. Tomábamos después de clases, una vez por semana, más o menos. Luego nunca los volví a ver. Recordé a Susana mientras lloraba, abrazándome en una parada de autobús, cuando terminamos y mientras me decía que el rechazo duele. Años más tarde la vi en su facultad, en CU, durante dos minutos en los cuales nos prometimos hablarnos y salir de vez en cuando. Recordé a Carmen y a Toño, nuestros paseos por el plantel, las tortas de pierna y las sopas Maruchan, la pelea multitudinaria cuando una vez entraron los porros, nuestros maestros de Filosofía, Sicología y de Matemáticas.

Dejé tres años de mi existencia en ese lugar y ahora no me queda nada. Ni un teléfono, ni una dirección ni un correo electrónico. Estoy seguro que si me encontrara a la mayoría de compañeros que tuve no los reconocería. Tantas horas de clase, tantos trabajos hechos en equipo, experimentos, exposiciones, exámenes, tantas horas de tedio esperando que viniera una maestra que no avisaba o un maestro que no salía de su junta. Pero sobre todo tantas caras y tantas voces que sólo prevalecen en una memoria que salta con un trozo de una canción anónima.

febrero 02, 2009

susurros



Llegué a la conclusión de que hay cosas que sólo se pueden decir muy quedito, muy cerca del oído, con apenas aliento, como si tuvieras miedo de romper el silencio. Cosas inombrables que sin embargo pienso todo el día, sobre todo ahora que estás tan lejos. Cosas que nisiquiera el papel puede soportar, que una mano es incapaz de trazar.

A veces me siento muy afortunado, a veces muy desdichado. A veces viene a mi el fantasma de la razón a castigarme y me pregunta qué he hecho de mi vida ultimamente. En estas fechas que pasaron apenas, que han quedado grabadas en mi mente para siempre, ha sido especialmente fuerte la sensación de vacío, de pérdida de orientación, me pregunto constantemente qué me dejó el año pasado. Y las múltiples salidas sólo encuentran respuesta en ti. En el amor que has desencadenado, el amor que me conduce a la vez a la felicidad y que me hace ser conciente de que no estás a mi lado.

Camino, camino mucho por la ciudad como la primera vez que nos separamos. Pienso invariablemente en ti, en todos los momentos mágicos que vivimos en el DF, y tal vez por eso me resulte menos sobrellevable la vida en Barcelona. Trato de aferrarme a lo que me dice la razón, trato de convencerme de que estoy haciendo lo que debo, que sólo quedan unos meses para terminar la escuela, que sería una tontería dejarlo todo en este punto. Pero lo que siento es muy distinto, me regresaría hoy mismo, iría a buscarte en primer lugar.

Hoy soñé que encontraba un vuelo París-México por el concorde en las rebajas, y que me había costado sólo 400€. Yo estaba feliz porque haríamos en cuatro horas el trayecto y podría estar contigo unos días. Estaba tan feliz que le hablaba a todo el mundo de ti, ¡como siempre!, les contaba qué haríamos cuando nos viéramos, a dónde iríamos, cuáles eran nuestros planes. Recuerdo el interior del avión y a la sobrecargo diciéndome que el jetlag era más fuerte y que tal vez tardaría una semana en recuperarme, más del tiempo que estaría allá. Me acuerdo de la sensación del despegue, del ruido de los motores, del comeletras señalando la velocidad mach2.

De regreso en la vida, me topé unas nubes en la plaza Cataluña y te las traje. Me gusta que te gusten las nubes. Me gusta que te gusten tantas cosas que te gustan, y sin embargo me cuesta decírtelo. Ya sabes, cuando estoy contigo me faltan las palabras. A veces sólo soy capaz de esbozar alguna frase, palabras sueltas en forma de susurro en tu oreja.

diciembre 11, 2008

mx

La cuenta regresiva llega al final. Ahora si sólo falta una semana para pisar suelo mexicano. Inicio el viaje de regreso que cierra un ciclo, es como el último eslabón de esta cadena que empezó hace muchos años y que también marca el comienzo de cosas nuevas. 

Estos días estoy aprendiendo mucho de mi mismo. Todo está a flor de piel. Pienso mucho en mi función aquí en la escuela, en Barcelona, en la Tierra. Me sorprendo cuando miro hacia el pasado y me veo viniendo a Europa con 23 años, con esa ingenuidad con que veo llegar a más mexicanos, con incertidumbre, ese no tener muy claro que me iba a encontrar, pero con la certeza de estar haciendo lo debido. 

Ahora no pienso en mucho más que en este viaje. En este experimento que supondrá volverme a poner en contacto con la gente, los lugares, los ambientes con los que crecí y donde se formó lo más importante de mi personalidad. Pero ahora soy diferente, y ese reencuentro será, estoy seguro, con otro yo, no sólo el que se quedó en México en los años pasados, sino con el que soy ahora y con el que quiero ser. 

Se que seguramente será un schock en muchos aspectos: no he ido en tres años y medio. Pero voy con la idea de rescatar todo lo bueno, lo genial y maravilloso de ese país, de la gente, de la filosofía de vida. El otro día estaba pensando qué diferencía, si pudriéramos resumirlo en un aspecto, a la gente de aquí con la de allá. Y yo diría que aquí la gente es más fría, más nerviosa, más seria, es mucho más directa, todos parecen tener claro que en la vida para ser alguien hay que ganar dinero, trabajar, aquí la gente se queja más de todo, hay más dinero, pero... cómo resumir todo esto? es más, a qué se deben estas conductas? Insisto, si pudiéramos resumirlo en una palabra. Ignorando la historia. Qué diría? Pues diría que aquí la gente va más a saco, en general, que aquí la gente está más despierta. Pero ya veremos qué pienso cuando esté en Méx y cuando regrese.